
Aunque ya tenía mi pequeña empresa, llamada Empresas de Sol (1985-1994), me mantenía alejada de las agrupaciones de mujeres, y no fue hasta que recibí una llamada de la Dra. Josefina Espaillat Nanita, pionera de las asociaciones de mujeres en el país, para motivarme a ser parte de la Asociación Nacional de Mujeres Ejecutivas y Profesionales, ANMEPRO, de la cual ella fue su fundadora y presidenta, por lo que me incliné de inmediato a ser parte de la misma. Estamos hablando del principio de los años 90.
Mi participación implicaba la misión de llevar a cabo un programa de capacitación a un grupo de jóvenes de Cristo Rey, en Cenadarte, Centro Nacional de Artesanías del país. De 50 que estaban dentro del programa graduamos 23 jóvenes como artesanos. Fueron dos años de dedicación a este particular proyecto. Gracias a la Dra. Espaillat se me prendió la chispa asociativa y de ser totalmente ajena a las asociaciones de mujeres inicié mi incursión en ellas, (no existían, específicamente asociaciones de mujeres empresarias, dueñas de sus negocios, en ese momento).